Lisandro Mogliati para "Pymes On Line" (www.pymes-online.blogspot.com)
La convocatoria al diálogo efectuada por la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner desde Tucumán, en el marco de los festejos del Día de la Independencia, más allá de que se logren los acuerdos y los consensos necesarios para potenciar el engranaje productivo y conducir a un verdadero desarrollo económico con integración social en la Argentina, ya ha concitado el interés y ha impulsado un abanico de posiciones políticas, institucionales y sectoriales, con la activa participación de las entidades que representan a la industria, a las pymes y al agro.
En este sentido y yendo a lo que nos compete analizar, la posible evolución de la economía en función de la postura de estos relevantes actores del desarrollo productivo junto al gobierno, hay varios puntos a deslizar.
Por un lado, algunos sectores vinculados a la industria, piden un corrimiento cambiario en la cotización del dólar, depreciando el peso argentino (lo que técnicamente se denomina una devaluación competitiva de la moneda nacional), alegando el atraso cambiario que perciben (sobretodo quienes compiten en el comercio internacional), por el impacto de la crisis internacional y la ola proteccionista que irrumpió en el mundo, la inflación a nivel doméstico, las subas salariales y el incremento de los costos de producción, que señalan necesitan compensar con una mayor competitividad por precios relativos en el mercado internacional.
Pero una devaluación de la moneda, impacta negativamente en el salario y acota el poder adquisitivo de la mayor parte de la población, restringiendo el acceso al consumo.
Por otra parte, las expectativas de un dólar más alto (o en su defecto un peso depreciado en relación a las monedas extranjeras) impulsa a los pequeños ahorristas a ir tras el “dólar de colchón”, dejando de lado las herramientas que posee el sistema financiero tradicional, para que el ahorrista canalice sus ahorros, como el plazo fijo, que sirve además para promover las inversiones productivas y el consumo, indirectamente, a través de la liquidez que genera en el sistema financiero como “insumo” para el otorgamiento de créditos con los recursos provenientes de los ahorristas.
Yendo a lo que solicita el agro, una revisión de las alícuotas de retenciones (o derechos de exportación) a la soja, principalmente, pero también al maíz y al trigo, si bien se estima que una reducción de retenciones impactaría positivamente en el consumo y en la inversión en determinados sectores medio/altos de la sociedad, podría tener consecuencias serias en materia de recaudación por parte del gobierno, jaqueando las cuentas públicas y poniendo en duda el cumplimiento de las obligaciones del gobierno nacional, en materia de sueldos, inversiones y vencimientos de deuda pública y privada.
En definitiva es saludable este llamamiento al diálogo y al consenso, en el marco de intentar esbozar una estrategia de desarrollo económico, pero en ningún caso
y como ha ocurrido en el conflicto gobierno/campo, debe buscarse la priorización de los intereses sectoriales por encima del interés común de la Nación, en búsqueda de un desarrollo sustentable, que garantice la integración social de los excluidos, que coadyuve a preservar las fuentes de empleo y que impulse la economía nacional apoyando la inversión productiva.
En este nuevo desafío el gobierno nacional, sin mezquindades, debe liderar los cambios que promuevan el consenso político, económico y social, abriendo los canales al un verdadero diálogo político con los partidos de la oposición, y con las entidades que forman parte del entramado institucional
de la Nación Argentina, pero sin que esto genere un juego de “suma 0”, donde haya ganadores y perdedores en esta pulseada, debe dejarse de lado la máxima que parece imperar desde hace bastante tiempo, que se al “juego de la frazada corta”, que cuando nos tapamos la cabeza, dejamos descubiertos los pies.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario