La cantidad de empresas que paralizaron sus proyectos de inversión en el 2009 fue enorme. La combinación de crisis global y escenario político interno dudoso (por lo menos hasta las elecciones de junio) fueron motivo suficiente para que el sector privado decidiera optara por el clásico ‘esperar hasta que aclare‘.
Sin embargo, muchos ejecutivos notaron que julio fue un mes de inflexión en su actividad. El ritmo de demanda los convenció de que había llegado la hora de frenar la liquidación de stocks y comenzar la reposición. Perciben que hay una recuperación incipiente, y la pregunta que se hacen es cuánta fuerza tendrá este proceso. En los próximos dos meses, los privados deben proyectar sus planes para 2010 y lo que necesitan saber es cuánto combustible recibirá la economía, ya que de eso depende que sigan con el ritmo actual o se jueguen a reactivar algún plan de ampliación paralizado por la crisis.
El mundo financiero es, por ahora, el que tiene un sendero más despejado. Desde el 28 de junio, fue evidente que las expectativas más apocalípticas se diluyeron sin pausa. La política del Banco Central desestimuló la acumulación de dólares, al dejar en claro que no iba a jugar a favor de una maxidevaluación. Esta actitud se tradujo en una retracción de la salida de divisas, que fue casi 50% menor al mes previo. En paralelo, el mejor clima internacional reabrió el apetito por el riesgo, lo que impulsó una notoria mejora en los precios de los títulos argentinos. En estos dos meses, el riesgo país descendió casi 300 puntos, factor que decidió a Amado Boudou a acelerar el canje de deuda atada al CER, por nuevos bonos que ajustarán por tasa Badlar (referencia de lo que se paga a plazos fijos mayoristas a 30 días). La operación que el ministro concretará esta semana permitirá extender cinco años (hasta el 2014) los plazos de $ 9000 millones de bonos que vencen en 2010 y 2011. Para algunos analistas su importancia es marginal en función de la solvencia financiera. Pero destacan el hecho de que sea voluntario mostrará hoy qué margen tiene la Argentina para una operación más importante, como es el canje de deuda en dólares que está mayoritariamente en manos de inversores institucionales y extranjeros.
Para ese plan, sin embargo, planificaron otras instancias previas. La más importante se dará en 48 horas, cuando su diálogo con el chileno Nicolás Eyzaguirre (el director del Departamento Occidental del FMI) marque el reinicio -por ahora informal- de la relación con el organismo multilateral. La expectativa no está puesta por ahora en un programa de financiamiento, sino en una revisión rutinaria que implique reconocer los números que procesa el Indec.
Ese será el segundo punto del plan para volver a los mercados. Este jueves tendrá difusión pública la cuestionada metodología del IPC que mide el ente estadístico. No habrá en el corto plazo un cambio interno que permita inferir una “corrección” en los datos de inflación. Lo único que ofrecerá el Gobierno es un paraguas que sirva para admitir que hay una discusión sobre los números. En paralelo, sobre lo que sí tendría que trabajar Boudou es sobre un alineamiento del costo de vida real con el oficial. Ya que si bien eso le restará a Economía una alternativa de financiamiento (por el menor impuesto inflacionario) le dará más poder adquisitivo a los salarios, con el consiguiente impacto sobre el consumo.
Un tercer elemento que mirarán los empresarios antes de saber si ponen alguna ficha más de inversión para el año próximo, es el Estado será más cuidadoso o no con sus finanzas . Si bien en el acumulado de los primeros siete meses, el resultado financiero muestra un déficit de $ 2300 millones, un dato para no pasar por alto es que la variación anual del gasto corriente pasó de 38% en junio, a 28% en julio.
Así como septiembre es el mes en el que el Gobierno abre el debate presupuestario, lo mismo sucede en las empresas. Por eso serán claves los gestos que se puedan alinear en los próximos 30 días. No habrá cosecha sin siembra.
Por: Hernán De Goñi, subdirector de El Cronista.
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